Escapándome de las Software Factory

Introduction

Cuando se nos presenta la posibilidad de decidir un lugar para nuestro desarrollo profesional, ya sea en un país distinto al nuestro, o en una empresa diferente, suelen aparecer muchas preguntas … ¿Nos podremos desarrollar profesionalmente?¿ Alguien nos dará una mano para mejorar nuestro nivel profesional? ¿Nos resultarán atractivos los proyectos que nos ofrecen? y quizás la más dificil de todas, ¿Cuánto estamos dispuestos a involucrarnos con estos nuevos proyectos?

Estas preguntas son los fantasmas que nos persiguen a los largo de nuestra carrera. Vamos a intentar responder aquí, a algunas de todas estas.

Una empresa, un mundo posible.

Después de 12 años relacionado con informática/programación, entiendo (quizás más tarde que temprano) que nosotros y la empresa es lo que finalmente importa. Esta relación está formada de personas claro, pero cada persona necesita y debe encajar en este complicado sistema. Un buen ejemplo sería cómo nuestros pares interactúan y la cultura que esto ofrece…¿Somos todos serios? ¿Hacemos bromas? ¿Se habla de los problemas? O solamente se es tan educado que se pasa a ser pasivo-agresivo o simplemente se entiende que cada uno está solo en el mundo y debe encontrar cómo volverse necesario.

 

Toph y yo en el oficina de Eventbrite en San Francisco

El curriculum… Y la vida…

Cuando empecé a trabajar en informática, lo único que quería, era demostrar que sabía hacer lo que mi curriculum decía que sabía y era justamente de lo que trataban las entrevistas. Siguiendo con este ejercicio de “si lo sabe cante” venía alguien de recursos humanos y me pedía dibujar algún garabato, (una casita, un árbol) para ver si tenía tendencias poco sociables o problemas de interacción de algún tipo; si todo esto salía bien me decían ¡Bienvenido! y recién ahí empezaba a darme cuenta en dónde me había metido. La gente vivía compitiendo. El que más sabía sobre tecnología podía ser alguien que no tenía otro interés que saberse el más capaz y que sus ideas quedaran como las que serían ejecutadas más adelante.

Todo esto aquí, era una señal de éxito.

Bienvenido a Las Factory.

Ya en este “nuevo mundo” vi que quienes dirigían estas empresas eran contadores o ingenieros (vale decir, por el dinero o por las ideas) y ambas dos líneas rectas paralelas, jamás se tocan (o quizás se toquen en el infinito).

Esto lejos de ser una crítica, es cómo funciona un tipo de negocio. Cada proyecto que llega a estas empresas pretende ser escrito y entregado, o quizá si tenemos suerte, seguir manteniéndolo. Pero, rara vez, en estos ejercicios se tiene en cuenta qué pasa con el individuo que los ejecuta.

Mas de una vez, me encontré con requerimientos o necesidades que no se entendían. Sin contexto, sin la posibilidad de agregar nuestros años de experiencia haciendo lo mismo… a no ser, claro está, que siendo líderes técnicos (ese que siempre sabía más que el resto, y había demostrado que lideraba al grupo por fuerza bruta, o a fuerza de conocimiento) y pudiera decir, “no creo que sea posible dada las características del proyecto” o alguna frase de una línea que demostrara que entendíamos qué era de lo que se hablaba.

Horas por código

Los jefes ( tal vez disfrazados de Managers en estas empresas) tienen metas claras: terminar rápido, reportar muchas horas (siempre y cuando estén dentro de lo planificado). Pasar al siguiente proyecto. Dejar al cliente contento.

Cuando me pasaron estas cosas, intenté preguntarme si haría lo mismo en su lugar. Y la respuesta para mi sorpresa, fue un rotundo sí. El objetivo no es el software o construir una experiencia que tu cliente adore y de la que nos sintamos orgullosos. Lo importante aquí es terminar rápido y dentro de lo planificado.

Hacer lo que el cliente quiere.

Odiá al juego no al jugador

La idea es ser un engranaje en una maquinaria, un engranaje que pueda ser confiable y funcional, que se ajuste a la necesidades de la maquina y que cumpla con obediencia. Ahora, si decidimos cambiar de función, (como engranajes que somos) deberíamos mover otro engranaje para hacernos espacio. Esto es algo que según entiendo resulta agresivo y agotador.

O jugamos a lo mismo o cambiamos de juego.

¿Y ahora a qué jugamos?

Hasta aquí, mi resumen es claro. Queremos trabajar en donde nuestras ideas se vean y puedan crecer. No se trata de pelear por un espacio, sino que nos hagan espacio. Se trata de reírnos seguido con nuestros compañeros y quizás de vez en cuando, solamente hacer eso, reinos, sin necesidad de preocuparnos por lo opinión de los demás, ya que los estos hacen y yo justo ese día no.

Ah, y me olvidaba de algo sumamente importante. Sentir que nos valoran, esto por alguna razón nunca estuvo mis consideraciones, pero…¿ Por qué no?

¿Acaso no es justo pedir algo así en el lugar en el que pasamos la mayoría de nuestro tiempo?

¿Y qué de convertirnos en Freelancers?

No tenemos que olvidarnos que esta oportunidad existe, y como la mayoría, recorrí este camino, incluso viajé gracias a este tipo de modalidad de trabajo. Pero seguimos en el mismo círculo vicioso. Portarse bien, hacer lo que te piden con muchísima libertad en algunos casos, aunque con una gran diferencia: no sólo escribimos código, sino que analizamos requerimientos, también hacemos de psicólogos y todo esto con un bajo nivel de compromiso, ya que lamentablemente estamos de paso.

Ni el que nos contrata invierte en nosotros y nosotros no invertimos en el que nos contrata.

Hombre/Mujer orquesta.

Empezamos queriendo libertad. Y ahora tenemos que hacer de coordinadores, de líderes técnicos, un poco de clarificación del proyecto, un poquito de diseño porque no hay presupuesto para un diseñador. Y claro, muchas reuniones para ponernos de acuerdo. Este ejercicio me llevó a vivir frustrado. Siempre en desacuerdo, o en el mejor de los casos, sentir que nunca podía invertir tiempo en lo que más me gustaba del proyecto.

Pedir es gratis.

Y finalmente después de saber y vivir lo que no quería, agregué más requerimientos a mi, ya larga, lista de necesidades para con mi nuevo trabajo. Las que agregué fueron las siguientes:

que lo que haga esté en la dirección correcta, que mi opinión cuente, que me guste y quiera usar el producto que desarrollo.

Parte de mis miedos para con estas empresas que sólo producen un tipo de producto eran entre otros, quedar atrapado en un rol del cual no podría moverme.

Sentirme estancado y al tiempo volver a estar en donde empecé.

Encontrándole el agujero al mate.

Cuando me acuerdo de esas noches de fechas que se vencían, de pestañas quemadas de tanto escribir código que lamenté cinco minutos después y aunque el resultado posterior hubiera sido satisfactorio (en algunos casos), siempre me dejó gusto amargo en la boca. Quizá porque en la unidad está la fuerza, quizá por que ser perfeccionista es algo dañino o quizá porque nunca tuve tiempo para reflexionar, ya que estaba ocupado con lo urgente olvidando lo necesario.

Un producto muchos proyectos.

Las empresas de este estilo, tienen una caracteristica muy interesante. “Ser responsable no solo de tus ideas y sino también de tu código”. Ser un creador a cada paso y ver desde la génesis hasta la realización de algo, que pensábamos irrealizable (ya que se necesitaba coordinación, dinero e ideas de gente experta para lograrlo) casi sin más que el de disfrutar el proceso y comprometerse en el camino, no solo con la empresa, sino también con uno mismo.

De principio a Fin

Hoy, en un producto en el que puedo crear, no sólo aplicar ideas. En un producto donde puedo crecer constantemente rodeado de ingenieros geniales, resolviendo problemas complejos (no necesariamente difíciles, pero si lleno de retos) en vez de aplicar ideas de otro. Para mi esto se siente hacer ingeniería en serio. Donde la calidad en lo que hacemos no es solo un requerimiento sino una absoluta realidad. Y todo esto rodeado de gente con la que da gusto hacerlo.

Conclusión

Contestar todas estas incógnitas es laborioso y quizás por momentos complejo. También sé que hay muchas más preguntas como éstas flotando a nuestro alrededor. Algunas relacionadas con tiempos, otras con presiones, algunas otras con compensaciones. Pero como ya dijimos, este cambio de paradigma nos hace entender que si estamos, es porque nos interesa.

Porque vivir ocho horas al día deseando que el reloj dé las seis de la tarde para poder hacer lo que realmente nos apasiona, en mi opinión, es vivir esperando.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *